Fundador

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Nada tengan propio, ni deseen tener mucho para la casa, No mendiguen, sino que trabajen para vivir. Sustento moderado, vestido poco costoso, muebles pobres para sí. Muchas limosnas y otras obras de misericordia, cuantas fueran posibles. Más bienaventurado es el que da, que aquel que recibe”.

 

Miguel Ferrer i Bauçà (Palma de Mallorca, 20 de noviembre de 1770 – La Vileta, pedanía de Palma de Mallorca, 7 de enero de 1857) fue religioso calzado de la Orden de la Santísima Trinidad, en la que destacó como pensador, predicador y escritor. Tuvo un profundo compromiso político y social, que siempre buscó armonizar con su consagración como religioso trinitario y el servicio a la comunidad mallorquina, lo que le llevó a fundar el primer periódico en lengua mallorquina, el Diari de Buja, en 1812. Fundó varias cofradías de la Santísima Trinidad, una de las cuales dio lugar al Instituto de Religiosas Terciarias Trinitarias, conocidas como «Trinitarias de Mallorca».

Desde joven hizo una clara opción por el pueblo mallorquín, y optó por formas alternativas para que los hombres y mujeres, pudieran ser más libres.En su afán por dar a conocer la espiritualidad trinitaria, recorre pueblos y villas predicando el culto a la Trinidad. Así fue como formó en Felanitx, pueblo situado al sur de Mallorca, el año 1809, la congregación o Cofradía de la Trinidad, formada por hombres y mujeres jóvenes.

Miguel Ferrer vivió en primera persona los acontecimientos sociales de su época. Se sintió llamado a inmiscuirse en los problemas de las personas y en la defensa de sus valores y derechos propios. Para ayudarle en este empeño funda en algunos pueblos mallorquines Cofradías de la Santísima Trinidad que, a imitación de las que se fundaron en los primeros siglos de la Orden Trinitaria para la recaudación de efectivos para la redención, se empeñaran en estar al lado del pueblo, hablar su misma lengua y resolver sus problemas. En 1810 funda la primera de ellas en Felanitx, que más tarde se convertirá en el Instituto de Religiosas Terciarias Trinitarias. Su espíritu inquisitivo le llevó a cuestionar a las autoridades de la Orden Trinitaria en cuanto al fin de los fondos recaudados para los cautivos: las redenciones eran cada vez menores y llegaban a la isla nuevos aires que hablaban de abolición de la esclavitud por parte de las más importantes potencias mundiales. El padre Ferrer creía necesaria una nueva orientación a la actividad redentora de la Orden. Fue tratado, sin embargo, de revolucionario y apartado de algunas de sus funciones. En 1812 comienza a publicar Diari de Buja, convirtiéndose en el primero en sacar a la luz una publicación periódica en lengua mallorquina, y que se convirtió en portavoz del pueblo, por su ideología reaccionaria, su contenido de ataques a corrientes liberales, su estilo satírico y la misma lengua empleada. Solo duró un año, el obispo de Mallorca D. Bernardo Nadal Crespí le prohibió continuar con la publicación. No fue el último altercado con la autoridad eclesiástica o civil a causa de su compromiso social, el mismo obispo le castigó al silencio de no predicar en las iglesias de la diócesis, al menos en tres ocasiones.

En 1822, durante el Trienio Liberal, fruto de algunas notas que había ido tomando con la lectura de la Constitución de Cádiz de 1812, publicó el primer fascículo de una serie que pretendía explicar al ciudadano las ventajas que tendría la aplicación en su totalidad la Constitución, denunciando, entre otros temas, que a la mujer y al hombre mallorquín se le estaban conculcando sus derechos de ciudadano que la citada Constitución le había traído. El folleto, Espíritu y bondad, pero mal uso de la Constitución político española, fue el único que se publicó, el poder civil y el eclesiástico se unieron para encarcelarlo en el castillo de Bellver y exiliarlo durante diez meses en la isla de Ibiza y en la prisión de Mola de Formentera, finalmente se fijó su condena a ser fusilado el 23 de octubre de 1823. Solo la vuelta al trono de Fernando VII, con la consecuente amnistía a presos políticos y la abolición de la Constitución, le libró de la muerte, la cárcel y el exilio. Miguel Ferrer mantuvo públicamente, a pesar de todo, su ideología reaccionarla hacia las corrientes liberales, pero expresaba constantemente su perdón hacia quienes le traicionaron.

Las Trinitarias comenzaron poniendo sus vidas y su tiempo al servicio de su pueblo como mujeres que caminan al lado de sus vecinos, aprendiendo de ellos; fueron populares, sensibles y solidarias con todos, participando en su acción liberadora.